Capítulo 3 ,padre e hija







Nota de la autora : Le dedico el capítulo a mi amiga Zule (la xula) jajajajaja pa' que no se aburra esos días que no puedo salir.
Para todos los que leíais mi historia, aquí tenéis el nuevo capítulo, que después de todo el verano dudo de que os acordéis del resto de los capítulos, pero por si acaso ;)
Un beso y espero que os guste.

El coche pasó sobre un camino de grava rodeando una gran fuente en el centro del patio, se detuvo justo en la puerta ,donde el ama de llaves, Arabella, la madre de Leo, nos esperaba vestida con un suave vestido celeste y su enorme cabellera recogida en un moño.
-estaba preocupada por vosotros- dijo Arabella, nada más bajarnos del coche
Se acercó rápidamente para darme un abrazo y besó a su hijo en la mejilla. Arabella era un alma dulce, la única que podía poner algo de orden y controlar los instintos salvajes de esta familia. Ella, su marido, y Leo, se mudaron aquí hace diez años, cuando Leo tan solo tenía catorce. Su padre comenzó a ser el segundo al mando, y no solo porque era totalmente eficaz en lo que hacía, el padre de Leo era de los pocos hombres a los que mi padre consideraba un amigo. Cuando Arabella nos encontró una mañana, a mi y a Barbara, peleándonos en el barro como dos muchachos en vez de dos niñas, decidió hacerse cargo de nosotras. Desde eso momento nos trató como si fuéramos sus hijas, ella compensó la faltad de cariño que dejó mi madre. Era ella quien me curaba las heridas cuando me caía y la que me preparaba un chocolate caliente cuando tenía pesadillas, contándome cuentos hasta que por fin conseguía conciliar el sueño.
- ha salido todo bastante bien- le dije para sosegarla, se ponía terriblemente nerviosa cuando salíamos hacer algún trabajo-aunque deberías curarle el labio a tu hijo, ya sabes que no puede evitar meterse en problemas

Leo hizo un gruñido por lo bajo mientras yo y su madre nos reíamos.
El mayordomo apareció ante nosotros, y como siempre, llevaba puesto un traje elegante de color negro y blanco. De pequeña le había insistido hasta más no poder para que se comprara algo de cualquier otro color, pero él siempre se negaba, afirmando que el negro le daba un aspecto más sobrio y formal. Y eso era verdad. Así que un día me rendí y dejé al pobre hombre, que estaba totalmente harto de mi, hacer su trabajo. Cuando llegó donde nos encontrábamos, hizo un pequeña inclinación con la cabeza, nunca entendí su tozudez a seguir con las antiguas reglas del decoro y las clases sociales.
-señorita- me dijo sin expresión alguna en el rostro- el señor la espera en la sala de su dormitorio
Tradución: Su padre está que se lo llevan los diablos y se ha tomado media botella de whiski francés para no salir detrás de usted y matarla con sus propias manos.
Me quedé en el sitio mirando la cara de Felix atentamente, y cuando cerró los ojos también supe porqué. Me había costado años interpretar cualquier gesto de Felix, ya que él era un mayordomo muy servicial de los que nunca se metían donde no los llaman pero que estaba al tanto de todo en la casa. Gracias a él y sus gestos, podía prepararme para cuando mi padre estaba de muy mal humor o sucedía cualquier contratiempo. Por supuesto Felix no sabía que lo psicoanalizaba de esta manera sino le habría dado un síncope.
Puse mala cara y me despedí de Leo y su madre, hiendo directamente hacía la habitación de mi padre. Conocía de primera mano su carácter y era mejor afrontarlo y acabar pronto que darle largas, además, yo no soy de las que se esconden. Entré en la casa y lo primero que vi fue el enorme recibidor, todo muy pulcramente limpio, otra muestra del nerviosismo de Arabella,dado que cada vez que algo le preocupaba se ponía a limpiar frenéticamente. Justo enfrente del recibidor había unas escaleras con una alfombra roja muy fina y barandilla de madera clara, esta se abrían en dos direcciones separando una parte de la casa de la otra. Desde cualquier parte de arriba podías ver el vestíbulo, con la enorme lampara de telaraña que lo iluminaba todo. Subí las escaleras decidida y gire a la izquierda, donde se encontraba otra pasillo con habitaciones a cada lado y con cuadros de paisajes decorando las paredes de color crema. Abrí la segundo puerta sin remilgos y pasé adentro. El dormitorio decorado con tonos blancos y granates con todo el mobiliario en madera caoba estaba totalmente oscuro, pero las puertas correderas dejaban pasar la luz de la otra estancia. Mi padre estaba en su estudio esperándome.
- entra Isabella
Hice lo que me ordenó. Giorgio estaba de pie, con el traje de chaqueta gris aún puesto llenándose una copa de cristal de un brandy muy caro, al parecer se había agotado el whiski francés.
-¿querías verme?- le pregunté contenta de que mi voz no temblara, mi padre jamás me pondría una mano encima .Más no hacía falta eso para temblar cuando lo veías enfadado.
Mi padre se giró, pero no pude ver ninguna emoción en su rostro, esa cualidad era un don muy provechoso para este trabajo, un don que yo también había heredado.
-¿Qué harías tú si vienes de una reunión importante y cuando vas a la habitación de tu hija para darle las buenas nuevas, no vieras a nadie en su cama, y más tarde descubrieras que Leo, su compañero de aventuras tampoco está? Porque si fuerais un par de enamorados entendería las escapadas a mitad de la noche-
Mi sorpresa ante el comentario fue evidente, Leo es la persona en la que más confió en este planeta a excepción de mi padre, somos como hermanos, no existe un ápice de amor entre nosotros que no sea fraternal pero no objeté nada , mi padre parecía que estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para controlar su carácter
-pero no- siguió diciendo él- mi hija jamás se escaparía para algo tan simple como tener una cita- en eso tenía razón pensé para mis adentros- ella solo asalta una casa para recuperar un joya, cosa que podría hacer cualquiera de mis hombres- su voz fue subiendo el volumen a cada frase hasta que acabó gritándome cuando me preguntó- ¡dime! ¡¿tú qué harías?!
¿la pregunta era retórica o tenía que contestar? Dijera lo que dijera lo enfurecería más y si no lo hacía explotaría de todas maneras, así que contesté con voz calmada sin perder los nervios
-yo esperaría y confiaría en mi hija- una vez dije la frase casi me entraron ganas de reír, si alguien de mi familia estuviera en aparente peligro aunque fue por su voluntad no me quedaría sentada, y mi padre lo sabía. Sin embargo esta noche no había corrido ningún peligro ,al menos ninguna que él sospechara. El color de la cara de mi padre pasó del blanco al rojo, oh, oh, iba a explotar, debería haberme quedado callada
-¿confiar en ti pa' que no te metan una puñetera bala en la cabeza? ¿ qué clase de confianza es esa ?- estaba hablando con el típico lenguaje de la calle, y eso solo lo hacía cuando perdía los estribos y se cabreaba de verdad, cosa que sucedía en muy raras ocasiones ya que mi padre tenía un férreo control sobre sus emociones.
-he podido colarme en su casa sin problemas y he salido sin un rasguño, no estaba en peligro
-¡eres mi hija! No puedes pedirme que te deje hacer misiones sin siquiera guardias, Dios mio tan solo tienes 19 años
-¡he ido con Leo!- grité, al final había perdido la compostura- no iba sola, además tú elegiste esta vida por mi, yo no tuve elección ,no puedes pretender que me quede al margen de todo esto
-elegí los lujos, la vida fácil, no tener que preocuparte si encontraras algo de comer en una cubo de basura o en que cartón dormirás esa noche, en ningún momento quise que te involucraras en el contrabando o en las guerras de la calle
Si me hubiera pegado un patada no me habría sorprendido menos. Ya sabía que mi padre había vivido en los bajos fondos de niño ,pero a pesar de la buena relación que tenía él nunca me hablaba de su pasado. Saber que había tenido que pasar esas cosas no era un plato de buen gusto. Mi padre respiró varias veces bajando y subiendo su pecho.
Giorgio tenía 44 años y se conservaba muy bien, su pelo era negro azabache, eso también lo heredé de él al igual que sus labios ni muy finos ni muy gruesos ,pero el parecido físico acaba ahí. En cuanto a la forma de ser eramos iguales, tozudos, orgullosos, desconfiados, fuertes de voluntad y con cabeza fría. A pesar de que estuviéramos hechos de la misma pasta por dentro, el embase de mi padre era más osco, era casi un gorila ,no estaba gordo pero medía casi 1'90 y era un armario. Anchos hombros, gran espalda, fuertes músculos y puños enormes. Mi padre es el hombre al que llaman para boxear, aunque por la nariz rota que nunca se ha vuelto a reconstruir bien, ha tenido que pelear demasiadas veces para conseguir el prestigio que hoy tiene. Ya que en la mafia si no te haces respetar jamás permitirán que actúes como su líder, esto es la jungla, y en la jungla solo vence el más fuerte. Y mi padre incluso envuelto en una traje de chaqueta de 3.000 € trasmitía esa fuerza.
Pensándolo un poco mejor, quizás me había pasado de la raya. Mi padre ya estaba planeando como recuperar mi daga pero yo quería estar en primera fila de ataque. Esa daga era algo personal y no quería dejarla en manos de segundos. Quizás si se lo explicaba me entendería y no se enfadaría tanto. No iba a pedir perdón, no me arrepentía ,pero podría intentar calmarlo.
- no estuvo bien que me fuera pero era la daga de madre, lo único que me queda de ella
-una daga, por valiosa que sea, no justifica que pongas tu vida en riesgo- me contestó cortante
-pero es lo único que me dejó ella antes de morir- casi le supliqué para que lo entendiera
Pero él en cambio pareció enfadarse aún más. Golpeó la mesa con el puño tirando el vaso del que había estado bebiendo al suelo y derramando su contenido.
-no quiero oír hablar más de tu madre, lo único que espero es que éste incidente no vuelva a repetirse, hasta que pueda confiar en que no hagas otra tontería tendrás dos guardias en todo momento
-¡eso no es justo!- le grité con rabia, ya no tenía ocho años para tener que ir con guardaespaldas
-es por tu bien- replicó él algo más calmado.
Ya no me miraba con tanta dureza como había echo hacía escasos segundos, eso solo le ocurría cuando hablábamos de mi madre , una estupidez mía haberla nombrado. Nunca se mencionaba nada sobre ella, y desde que murió hizo como si todo lo que vivió con ella no hubiera existido. Yo no se mucho sobre eso, apenas tenía unos meses cuando un trágico accidente de coche se la llevó, pero cuando era pequeña escuchaba los cuchicheos de las sirvientas, eran eso, simples susurros que se decían entre ellas a la hora de del descanso, siempre se callaban cuando me veían aparecer y jamás se les ocurría mencionar a mi madre con Giorgo delante. Al principio no entendía las miradas de compasión que me dirigían, pero cuando crecí ,odié ese sentimiento, no necesitaba la pena de nadie, había perdido a mi madre eso era verdad, pero mi padre siempre me cuidó y me dio todo lo que necesitaba.No era un padre afectivo y apenas tenía tiempo para mi ,pero sabía que me quería,y si necesitaba del consejo de un madre siempre estuvo Arabella.Muchas familias sufrían cosas peores todos los días. Sin embargo, mi padre nunca superó la muerte de mi madre, y esa era su manera de demostrarlo. Aun sabiendo todo esto, no podía evitar enfadarme por que me pusieran dos niñeras o que no hiciera un esfuerzo por entenderme, habían pasado casi veinte años desde la muerte de mi madre y siempre me dio la sensación de estar en segundo lugar, siempre detrás de ella.

-esto no es por mi bien, sabes que se defenderme y que disparo mejor que nadie ,no necesito ayuda , todo esto lo haces para tenerme controlada como si fuera un perro, ¡yo no soy mama! olvídala y vive, no puedes compararlo todo con lo que sucedió hace tantos años y si algo tiene que pasar ,dos guardaespaldas no podrán evitarlo, me tienes prisionera en una jaula de oro,- respire agitadamente sintiendo como me corrían las lágrimas por las mejillas de la impotencia, nunca lloraba por el dolor pero el sentimiento de no poder hacer nada me mataba por dentro-no te das cuenta, no eres capaz de verlo, pero me estas ahogando
No quería herirle pero cada vez que me enfada no podía controlar esta maldita lengua y acababa diciendo cosas que en realidad no pensaba, o las que si pensaba las decía con menos tacto que un ladrillo. Barbara siempre decía que tener esta lengua afilada era un arma muy útil para depende que situaciones, más yo lo odiaba. Me arrepentí de haber abierto la boca, no quería recordarle como él no puedo hacer nada para evitarlo.
-papa...
-dejalo, vete a tu habitación- dijo resignado y abatido
Hice lo que me pidió.
En el interior de mi habitación se escuchaban arañazos rasgando la madera de la puerta. Me reprendí por haber sido tan tonta, Kasey (pronunciado algo así como Keisi) era muy empática con mis emociones y seguro que se había despertado cuando me había marchado en plena noche. Abrí la puerta y el felino negro se sentó en el suelo moviendo la cola mientras me miraba con sus ojos amarillos. Casi podía sentir como me reprochaba haberme ido sin ella. Pero no era buena idea llevarme una pantera para asaltar un casa.
-vamos Kasey, no me mires así- le acaricié la cabeza y pareció algo más tranquila
Me quité la ropa y la dejé caer en una esquina. Mañana la recogería. Pasé al otro lado de la habitación para entrar a baño, darme una ducha relajante y entrar en calor. Luego me puse mi pijama de seda roja y me acurruqué en la cama. Un hondo suspiro escapó de mis labios cuando el sueño empezó a vencerme. Kase se subió a la cama y se durmió en mis pies.
-buenas noches, Kasey- le dije antes de cerrar los ojos por completo

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