Capítulo 1 Allanamiento de morada


Leo





En la actualidad...

Una brisa de aire fresco me revolvió el cabello, impidiendo que fijara la mirada en la ventana que se iluminaba al otro lado de la calle. Mis piernas estaban engarrotadas, todos los músculos tensos y la piel tan fría que apenas podía sentir el contacto de mi pelo sobre la mejilla. Moví los dedos lentamente, soltando la rama en la que estaba sujeta para apartarme el pelo de la cara y  colocarlo tras mi oreja. Otra ráfaga de aire hizo que todo mi cuerpo temblara y los dientes comenzaran a castañear sin poder evitarlo. Resistiendo para no morir de frío escondida entre las hojas de un árbol ,vi como la luz de la ventana que llevaba observando durante horas, se apagaba. Inconscientemente suspiré y relajé el cuerpo permitiéndome unos segundos de alivio. Un grave error. Ya que un tirón en el gemelo me hizo resbalar y casi caer al suelo . Apretando los dientes por el dolor me agarré a otra rama mientras con los pies me impulsaba hacía arriba.
-joder- mascullé cuando oí a dos hombres que se dirigían hacía mi
Subí hasta la última rama, esta vez con mucho sigilo y escuché como los dos guardias hablaban.
-he oído algo por aquí- comentó uno de ellos
-¿Dónde? – preguntó el otro algo aburrido sin ni siquiera molestarse en mirar hacía los lados
Los dos hombres se pararon justo debajo mía, menuda suerte, ya que si hacía el menor movimiento me descubrirían. El árbol, frondoso como era, me proporcionaba un buen escondite pero para nada seguro. Ahora solo  tenía que esperar a que se fueran y rezar para que no tardaran mucho, ya que el gemelo me rabiaba debido al dolor.
-por aquí- respondió el primer guardia señalando la zona donde se encontraban.
Al parecer, al otro guardia le picó la curiosidad, porque también echó una ojeada al jardín , o quizás solo quería verificar que no pasaba nada para volver al calor de la casa. Para mi mala suerte ,miró hacía arriba. Me pegué  aún más al tronco completamente rígida intentando que los colores oscuros de mi ropa no les permitieran ver que yo estaba allí.
Oí como a un par de metros , donde se encontraba otro árbol , cantaba un búho. Dejaron de mirarme para ir hacía allí.
-era un búho, borrico
Escuché un ruido secó no muy fuerte. Creo que el segundo guardia le dio un collejón al otro. Pocos segundos después ,los dos se iban por donde habían venido hablando entre ellos. No sabía que había estado aguantando la respiración hasta que solté el aire con fuerza al verlos lejos de donde me encontraba. Levanté la cabeza por encima de las ramas y vi a mi compañero, Leo,  subido en el otro árbol mirándome con reproche. Le sonreí trémulamente y le guiñe un ojo antes de volver a esconderme. Casi pude ver la sonrisa que intentaba esconder ,antes de que recobrara la seriedad habitual que tenía cuando trabajábamos. El ruido de un motor captó mi atención. Un bmw azul  salía de la casa a toda velocidad. Al fin, pensé  aliviada. Sonreí interiormente y salté al suelo cayendo de cuclillas. Leo ya estaba esperándome.
-pensé que no se iba nunca- le comenté
- llevamos tres horas ahí arriba, ya no sentía ni un músculo
-ah, muy buena idea lo del búho, me has salvado el pellejo- le dije agradecida mientras caminábamos hacía la entrada.
Lo mire ante la falta de respuesta y vi como se encogía de hombros quitándole importancia. Dejé el tema a un lado sabiendo que le incomodaban los agradecimientos. Siempre decía que era su trabajo protegerme. Y es verdad que sin él, habría muerto ya una par de veces, y aúnn así, nunca permitía que sacara a colocación esos incidentes ni que se lo agradezca de ninguna manera. Rodé los ojos para ponerlos en blanco. Manías, todos tenemos unas cuentas de esas.
-yo buscaré en su despacho que esta en el ala este,  tú busca por el ala oeste en su habitación, aprovechemos que se ha ido ¿de acuerdo?- le pregunté
-sí- accedió él- y ten cuidado
-no lo necesito-( vale ,soy algo arrogante, pero es lo que hay)
Leo salió corriendo hacía el otro lado de la enorme casa de dos plantas.  Yo, por mi parte, hice palanca en una de las ventanas. Un chasquido y se abrió. Que seguridad más pésima, aunque no me esperaba otra casa viniendo de mi anfitrión.  Me colé dentro cayendo sobre una alfombra bien mullida. Lo primero que hice fue cerrar la ventana para que no sospecharan. Nadie deja las ventanas abiertas a las dos de la madrugada en pleno invierno. Algo frío y metálico tocó mi nuca haciendo que mis instintos chillaran por la alarma. Quise girarme pero una voz masculina, evidentemente enfadada, me ordenó estarme quieta.
-si te mueves apretare el gatillo- (como si no me hubiera quedado claro)
Levanté las  manos despacio analizando la situación. No tenía miedo, bueno, quizás un poco, pero no era la hija del mayor mafioso de Italia sin haberme enfrentado a situaciones como esta anteriormente.
-tranquilo, no voy hacer nada- le respondí con voz sosegada
Me volví lentamente sin hacer ningún movimiento brusco, lo único que me hacía falta es que apretara el gatillo porque se hubiera asustado. Poco a poco pude ver a mi adversario. Y joder, ahora si estaba asustada. A pesar de que en la habitación no había ninguna lámpara encendida, la luz de la luna se filtraba lo suficiente por la ventana para que me permitiera ver su cabello negro azabache, sus ojos grises como el humo, unas facciones duras con la mandíbula apretada y unos labios carnosos, el inferior algo mas grueso que el de arriba. Debería medir 1´85 y tenía una complexión de atleta, con fuertes músculos y anchos hombros. Ese hombre podría partirme el cuello en dos segundos sin que me hubiera enterado. Pero aún así, pensé irritada, era atractivo, terriblemente atractivo.
Tenía que dejar aun lado esos pensamientos y buscar un modo para escapar y terminar el trabajo que me había traído hasta aquí. No me malinterpretéis, no me importa mucho mi profesión, es algo así como el negocio familiar y cada día lo odio más. Odio las mentiras y los engaños, odio tener que ir siempre armada, odio tener a los guardias siempre a mi alrededor y odio no tener libertad. Y creedme cuando os digo que todos los lujos que poseo jamás lo compensa.
-¿Quién eres y qué haces  aquí?- me preguntó el hombre con voz dura devolviéndome al presente
Mi mente buscó  rápidamente una mentira. Después de tantos años , lo hacía casi inconscientemente.
-lo…lo siento, yo…yo no quería, es que- apreté los ojos con fuerza para que me salieran las lágrimas mientras intentaba que mi voz sonara lo más afligida y asustada posible- un hombre me seguía y ha intentado…- una lágrima calló por mi mejilla ¡bien!- solo estaba asustada, buscando algún sitio donde…esconderme
No suelo jugar con estos temas pero era necesario ,además no me era difícil meterme en el papel ya que… No , ahora no era momento para recordar malos momentos.
-¿qué hacía por aquí a estas horas?- me preguntó con voz a una más dura ,si eso era posible
-estaba con mi amiga, habíamos quedado para cenar…su casa no queda lejos de aquí – me callé para darle algo de drama y limpiarme las lágrimas con la manga- no me di cuenta de lo tarde que era hasta…hasta que me encontré sola en la calle y ese hombre intentaba acorralarme.
El hombre no se creía del todo mi cuento, parecía listo, a diferencia de los que había en el jardín. Pero el torrente de lágrimas que solté a continuación lo obligó a bajar el arma y acercarse a mi para abrazarme mientras intentaba tranquilizarme.
-ya estas a salvo
Mierda, a pesar de que mintiera a menudo ,no me gustaba  hacerlo .Y ahora sentía el dulce sabor de la culpabilidad. No había más remedio, me decía para convencerme. Tenía que hacer mi trabajo.
-lo siento- le dije al oído
Él reaccionó al instante percatándose de que lo había engañado. Pero yo, ya había cogido un jarrón que tenía a mi derecha y se lo rompí en la cabeza. El hombre cayó inconsciente al suelo con una herida sangrándole en la cabeza. Me dirigí a la salida dejándolo ahí, pero tuve un momento de debilidad, y lo miré. Ya no fui capaz de mover los pies hacía la puerta, sino que andaban por si solos  hasta él. ¿Desde cuando tengo conciencia? Al parecer se pone a trabajar de vez en cuando, y esa noche era una de ellas.
Me agaché junto a él y saqué un cuchillo de mi bota. Corte un pedazo de mi camiseta y se la puse alrededor del corte con cuidado. Tampoco era necesario que se desangrase. Quise ponerlo sobre la cama pero pesaba demasiado y no conseguí moverlo apenas unos centímetros. Al mirarle más detenidamente no parecía tan mayor, quizás unos años más que yo, rondaría los 24 , pero no el hombre que me había parecido en un principio. Aunque a lo mejor eso se debía a que ya no intimidaba tanto. De repente me di cuenta del peligro que corría y salí corriendo para encaminarme al pasillo lo más sigilosamente que podía. Según mis espías el estudio debería de estar…
-aquí- abrí la puerta y asomé la cabeza, cerciorándome de que estaba vacía.
Una vez comprobada de que fuera segura entré. Empuñé mi pistola (solo por si acaso) y me acerqué al escritorio para registrarlo. Gracias a la chimenea que aun estaba encendida se podía ver perfectamente la estancia. Las estanterías repletas de libros bien ordenados, un sofá de terciopelo verde junto a una mesita pequeña de cristal donde había un botella de vino y una copa, la chimenea y al otro lado el escritorio. Abrí el primer cajón. Facturas de la luz, el agua, teléfonos, etc. El segundo  más papeles sin sentido. Fui al otro lateral y más de lo mismo. Suspiré y me puse a revisar los que tenía sobre el escritorio, pero solo eran proyectos de trabajo. Maldita fuera, tenían que estar aquí. Revisé los libros de la estantería pasando rápidamente mis manos entre unos y otros. Pero no había nada. Me acerqué al fuego para calentar mis manos  y el danzar de las llamas me hipnotizó. Sabía lo que mi mente hacía. Desconectar para buscar la salida de este embrollo. Pero esta noche no lograba concentrarme y lo único que estaba consiguiendo era perder el tiempo .Al ver que no se me acorría nada volví al escritorio para sacar las facturas de su teléfono y guardármelas, a lo mejor me servían para algo. Un posible socio o simplemente para tenerlo vigilado. Cerré el cajón después de guardar las demás pero algo me lo impedía. Lo volví abrir. (parecía que esa noche no iba hacer más que abrir y cerrar cajones)  palpé el interior para encontrar que lo obstruía. Más no vi nada extraño. Frunciendo el ceño, (gesto que hago cada vez  que me molesto) mire más detenidamente por los rincones y encontré un cajón falso en la parte superior. Sonreí con suficiencia. Saqué el cuchillo y quité la parte de arriba, tan solo era una tablilla de madera y moviéndola varias veces salió con facilidad. Dentro había tres sobres sin cerrar. En el primero solo había un papel con seis dígitos. En le segundo encontré varias fotos de él besándose con una rubia  veinteañera. Alcé una ceja mientras las ojeaba. Esa ,desde luego, no era su mujer y si las tenía significaba que lo había intentado chantajear y había conseguido librarse. Idiota por guardarlas. Me las guarde junto con las facturas y el otro pepelito. El tercer sobre contenía un contrato. Sonreí satisfecha. Esto era lo que había venido a buscar.
La puerta se abrió y apareció un hombre mayor de unos cuarenta años, algo canoso envuelto en una bata burdeos. Dios no quería pensar que debajo no llevara nada. Se sobresaltó al verme y yo le apunté con la pistola.
-Isabella- dijo despacio, evaluando la situación supuse
-Diego ¿sorprendido de verme?- le pregunté socarronamente.
Él miró el folio que sostenía con la otra mano y se puso lívido. Muestra de su nerviosismo fue la mano que aun sujeta al picaporte que comenzó a temblar visiblemente.
-¿pensaste que no nos enteraríamos?- inquirí intentando acobardarlo
Diego no respondió, no se si por falta de respuesta o porque el miedo no le permitía hablar.
-te ofrecemos nuestra casa y tú nos pagas robándonos- no le iba a decir que lo habíamos puesto a prueba para saber si era digno de confianza, evidentemente, no la superó- Diego, entra y sientate
El hombre cerró la puerta tras de si y se dejó caer en el sofá. Yo rodeé el escritorio y me apoyé sobre la chimenea. Leyendo de vez en cuando el contrato
-dime Diego , ¿que me ofreces por dejarte con vida?
-lo…lo que q…quieras- dijo con dificultad debido al tartamudeo
-mmm para empezar quiero la daga escarlata- él  cada vez estaba más pálido-ya he visto el contrato y te han pagado una pequeña fortuna por mi reliquia familiar- enfaticé la palabra mi para que no dará pie a ninguna duda- y la quiero de vuelta
-pero no puedo-se quejó casi con lágrimas en los ojos
-entonces tendré que matarte, te doy tres días, ese es tu límite de tiempo
-¿tres días?-preguntó con voz ahogada- no la encontraré y en todo caso no podré pagarla
Lo miré sin pestañear totalmente seria y cada vez más cabreada. La daga era una joya muy antigua. La hoja estaba hecha en un monasterio de china, forjada con el mejor acero y el mango recubierto de oro con rubíes incrustados de una valor incalculable. Si estaba en el mercado negro, como creía, no sería difícil encontrarla, otra cosa sería poder pagarla pero ese era su problema. Yo quería lo mío, ya que era lo único que me quedaba de mi madre, lo dejó solo para mi y no iba  a permitir perderlo.
-si no lo consigues no solo te torturare hasta matarte, tu mujer se enterara de tu infidelidad y conseguiré que tus hijas te odien, no me hagas perder la paciencia- le amenace y me di cuenta que mi voz refundaba odio
-por favor  solo dame más tiempo
-no, y te advierto que si intentas escapar tu familia pagará por tu deslealtad
Vi exactamente el momento en el que la desesperación se apoderó de él ,y se abalanzó contra mi directo a darme un puñetazo. Lo esquivé girando el cuerpo hacía la izquierda y con mi  pierna estirada hice una arco imaginario en el aire para darle en la mandíbula con toda la fuerza posible. Cayó con un golpe secó agarrándose la barbilla con fuerza. Creo que se la había roto. Me puse en cuclillas apuntándole con la pistola. Chasqueé la lengua varias veces antes de decir.
-eso no ha estado bien- y acto seguido le dio con el mango en la sien.
Al instante comenzó a sangrar. Me levanté y le di la espalda mientras él se incorporaba.
-tres días, no lo olvides
Diego hizo una especie de gruñido,  una mezcla entre dolor y aceptación.
-ah, tienes a uno de tus guardias malherido en la tercera habitación desde aquí- le dije mirándolo por encima del hombro
-no hay guardias dentro de la casa- dijo confuso
Me giré en redondo para mirarle.
-había un guardia esta noche en la habitación- repliqué arrastrando las palabras
-y yo te he dicho que no tenemos guardias dentro de la casa- tenía que ser verdad sino no se atrevería a contradecirme en estas circunstancias.
Salí corriendo del estudio hacía la habitación donde había dejado al hombre inconsciente. Algo me olía mal. Abrí la puerta de un portazo y dirigí mi mirada al suelo donde él ya no estaba

Prólogo




Hace 19 años..

Lo que menos me apetecía esta noche era tener que ir a esa reunión, era un noche de frió invierno donde el aire te congelaba los dedos sin que te diera tiempo a enterarte . Cerré mi abrigo más fuertemente y me froté las manos para meterlas en calor, algo que no daba mucho resultado, y acabé por meterlas de nuevo en los bolsillos. Caminé más rápidamente para llegar lo antes posible a la plaza  donde había quedado con mi fiel amigo ,Ángel. Mientras andaba recordé lo cómodo que estaría ahora en el sofá junto a mi mujer y mi pequeña hija recién nacida, Isabella, pensar que algo tan hermoso lo había creado yo junto a mi mujer era algo que no entendía. Tenía muchísimas ganas dar media vuelta e ir hacía mi casa para reunirme con ellas, pero sabía muy bien que si no me presentaba a esa reunión  sería dejar  a un amigo colgado y eso era algo que no estaba dispuesto a permitir. Al girar la calle llegué a mi destino. En el centro de la plaza había una enorme estatua de piedra, le escena representaba a un humano de rodillas con la cabeza agachada y de pie un ángel de enormes alas apuntándole con una espada “justicia divina” se llamaba la estatua , y apoyado sobre ella estaba Ángel junto con dos hombre más.
-ya era hora de que aparecieras, Giorgio- dijo Ángel acercándose a mi
-he salido en cuento me has llamada y he venido sin coche no podía ir más rápido
-ya, ya lo se¿ sabes lo que se esta cociendo esta noche en los bajos fondos de la ciudad?- me preguntó yendo directamente al grano, una cualidad que admiraba mucho en él
-algo he oído, se rumorea que se están reuniendo los mayores jefes del crimen organizado
- exacto y se donde- afirmó él lleno de satisfacción
- Ángel, aunque este metido en el negocio del  contrabando, no tengo la más mínima intención de subir los estaños para ser el jefe de esta zona – le expliqué pacientemente
-lo se, lo se, llevo contigo desde que eramos niños y robábamos en los muelles para poder comer y se que no tienes ínfulas de poder, yo tampoco a decir verdad, ya sabes que me gusta mantenerme al margen mientras tú das las ordenes
-eso lo se de buena tinta- me quejé aunque lo hice sonriendo
Él me devolvió la sonrisa antes de seguir.
-si te he llamado ha sido porque fuentes muy fiables me han confirmado que Antonio estará presente
Dejé de sonreír al escuchar eso. Antonio era otro contrabandista de esta zona con el que habíamos tenido innumerables problemas. En más  de una ocasión habíamos salido con heridas de bala y perdiendo a algún compañero por culpa de un chivatazo que había llegado a oídos de  Antonio, si él pensaba reunirse con los altos mandos nada bueno podía salir de ahí.
-esto no me da buena espina- le comenté a Ángel
-pensé que te interesaría saberlo
-y acertaste-le dije- como siempre, déjame pensar un momento a solas
Ángel asintió y se fue hacía la estatua donde los otros dos hombres lo seguían esperando. Caminé en círculos  asimilando la noticia que me había dado. Una reunión de las mafias era algo a tener en cuenta, aquello debería estar más protegido  que la casa real y armados hasta la médula, pero si era verdad que Antonio estaba allí tenía que hacer algo, sino tomaría represalias contra nosotros por todos los problemas que nos habíamos causado mutuamente ,y teniendo el apoyo de uno de los grandes ya podía ir eligiendo el ataúd con el que quería enterrarme. Tenía la posibilidad de huir, coger las maletas y desaparecer, pero no podía hacer eso, no podía condenar a mi hija a una vida de huida y exilio. No obstante, la parte de mi mismo que recordaba cada mañana al despertar la sonrisa de un niña de doce años ,solo para que esa preciosa imagen se reemplazara  por otra más negra  y cruel,  la imagen de la misma niña muerta a manos de Antonio, esa parte ya había tomado una decisión. La parte que no olvidaba, clamaba venganza desde hacía dos años, y a hora era una oportunidad para poder realizarla. Toqué la pistola que tenía en el bolsillo de la chaqueta y suspiré, mi mujer, mi hija, mi hogar,todo lo estaba arriesgando esta noche.
-Ángel- lo llamé mientras me iba acercando hacía él
-quiero que sepas que te apoyare en lo que decidas- me dijo
Asentí agradeciendo su confianza y lo miré largo rato antes de hablar.
-vamos a ir, dime todo lo que sepas
-bien, estos son José y Angelo, José es el propietario del bar donde se encuentran y Angelo es un camello, su proveedor es Antonio
-si eso es verdad ¿ Qué haces aquí?- le pregunté a Angelo con la mirada dura
El hombre se puso nervioso bajo mi mirada y tragó compulsivamente. Era un muchacho delgaducho que acaba de entrar en la adolescencia, otro niño que vivía en los bajos fondos.
- Antonio mató a mi hermana, señor 
No le respondí, en cambio le pregunté a Ángel.
-¿ es de fiar?
La pregunta era mera formalidad, Ángel es un maniático  de la seguridad y no lo habría traído aquí si no fuera de confianza
-sí- declaró él totalmente seguro- ¿ qué plan has pensado?
-dejamelo a mí, yo iré a mi casa a por unos documentos tú consigue reunir a todo el que este de nuestro lado, aunque dudo de que sirva de algo ,nos encontraremos en el bar de José dentro de una hora y media
Pasó el tiempo pactado y yo esperaba dentro del antro de José, no podía calificarse como otra cosa y me extrañaba de sobre manera que las mafias más poderosas se hubieran reunido allí. Era inevitable pensar que me estaban tendiendo una trampa, pero el instinto le decía todo lo contrario. La puerta se abrió y Ángel entró junto con diez hombres más, todos con aspecto amenazador y armados. Con una inclinación de cabeza mi amigo me indicó que subiera las escaleras hacía la zona privada donde estaban todos reunidos. A fuera del bar había varios guardias apostados y admiré como  nuestros aliados habían entrado sin armar el menor escandalo. Me levanté y subí las escaleras con ellos detrás. Los dos primeros guardias que aparecieron los dejé inconscientes antes de que consiguieran dar la alarma. Los cuatro siguientes tenían las armas cargadas y estaban apuntándonos dispuestos a matarnos, pero nosotros estábamos preparados y los cuatro murieron, sin embargo, los disparos habían alertado a los demás. La puerta se abrió dando paso a tres hombres que empezaron a disparar, nos tiramos al suelo y nos ocultamos en una pared, cinco a un lado y cinco enfrente mía, ocultos en otra pared, entre ellos Ángel. No, no eramos cinco, a uno le habían disparado en el pecho varias veces  y caía rodando por las escaleras. Los disparos cesaron, pero no me atrevía a mirar, los otros hombres tenían que estar a la espera para aniquilarnos a la primera de cambio. Le hice una señal a Ángel  y este  asintió. Cargué la pistola y salí fuera de la pared, los tres hombres estaban preparados pero fui más rápido, le dispare a uno en la frente y cayó al suelo antes de que pudiera apretar el gatillo, Ángel me cubrió las espaldas matando al que me estaba apuntando, pero quedaba uno que comenzó a disparar sin siquiera apuntar sabiendo que estaba acorralado,nos ocultamos de nuevo en la pared más no hacía falta, los hombres contratados por Ángel eran realmente eficientes, lo eliminaron antes de que nos hubiéramos puesto a salvo, lamentablemente uno de los nuestros había caído. Se hizo un tenso silencio mientras terminábamos se subir las escaleras. Pegué una patada a la puerta y me aparté, al instante comenzaron los disparos, como ya esperaba. No iban a parar y mucho menos dejarme acercarme a ellos para que me escucharan, tenía que hacer algo que no esperaran. Dejé a los hombre allí mientras corría hacía la ventana, muchos me miraron sin poder creerselo los estaba abandonando. Salí por la ventana y me monté en la tapia.
-no mires abajo, en las películas siempre dicen que no mires abajo- me murmuraba mientras andaba por la repisa de apenas 30 centímetros de ancho con la espalda apoyada en la pared.
Mi objetivo estaba en la otra ventana que había a mi lado, estaba a tan solo unos pasos pero me  parecía que cada vez estaba más lejos. Solté un suspiro cuando toqué el marco de la ventana. Estaba cerrada.
-me cago en los tontos
Con el culo de la pistola rompí el cristal y salté dentro antes de que se giraran a por mi. Derribé de un puñetazo al hombre que estaba más cerca y agarré por el cuello a uno de los que estaba sentado apuntándole con la pistola en la sien. No le veía la cara pero por su porte y su fría tranquilidad se notaba que era uno de los jefes, la respuesta de los demás hombres me lo confirmaron ya que se quedaron paralizados sin saber que hacer.
-¿ qué es lo que quiere?- me preguntó el que tenía aprisionado
-hablar- observé a todos y cada uno de los presentes en la habitación y no tarde en localizar a Antonio en una esquina
-te has tomado muchas molestias para eso ¿no crees?- el que habló estaba sentado enfrente y rodeado por diez hombres, tenían un ligero acento pero hablaba a la perfección el Italiano- diga pues que es lo que necesitaba decir con tanta urgencia
Me extrañé de que el que tuviera la palabra fuera ese hombre  y no al que apuntaba. Mirando de reojo a los demás hombres hice que se girara mi prisionero. Luciano Caraveti, el padre de las mafias Italianas, el regente de todo. Estaba muerto, este no era un jefe cualquiera al que Antonio había pedido ayuda, este era el más grande y más temible. No dejé entrever mi sorpresa, pero seguía sin saber por qué Luciano no me mataba y permitía hablar a el otro hombre sentado. Este estaba oculto en la oscuridad y cuando se levantó mostrándome su rostro se me heló la sangre. Jonh Simmons, el gran magnate de la mafia estado unidense. Era imposible que saliera con vida de aquí ,esos hombres eran los más temidos del plantea junto con Nicolai Petrov el jefe ruso. Las demás mafias por mucho dinero e influencias que poseyeran no tenían ni la mitad de poder que estos tres hombres ,y por suerte el último no se encontraba aquí. Aunque la única diferencia sería que recibiría un disparo más que menos. Ocultando todo eso bajo mi expresión hablé lo más tranquilo que pude.
-¿ Por qué está él aquí?- pregunté señalando a Antonio
Jonh rió asperamente
- no estas en condiciones de exigir ni de preguntar, muchacho- me dijo este
Luciano, al que estaba apuntando estaba empezando a perder la paciencia y haciendo algo que nadie esperaba lo solté y dejé mi pistola sobre la mesa. Jonh me miró interesado pero Luciano en seguida levantó la mano con un cuchillo en ella para matarme. El jefe Italiano era más mayor de lo que esperaba rondaría los 55 y a pesar de que aún tenía un complexión que muchos envidiarían ,no estaba en condiciones para enfrentarse a mi. Otra cantar  era los seis guardias que había a su alrededor o el mismísimo Antonio.
- dejemosle que hable- intervino Jonh antes de que Luciano me atacara
La baza que había pensado usar habría sido más que suficiente con otro cualquiera e incluso con Luciano ya que era referente a él, pero si no me creía... bueno prefería no pensar en eso.
Ángel junto a los demás hombre entraron mientras  yo comenzaba hablar.
-estoy aquí porque tengo información sobre Antonio que le interesará- contesté con voz neutra mirando  a Luciano.
Metí la mano dentro de mi chaqueta y al instante todas las armas que había en la habitación me apuntaron, no hice ningún movimiento brusco y me moví lentamente para sacar el sobre marrón  que tenía guardado y tirarlo sobre la mesa. No aparté los ojos de Luciano mientras este lo abría y miraba su contenido.
-¿Por qué debería importarme esta mujer ? Con tantos golpes no la reconocería ni su madre, no me interesa a quien haya matado Antonio - dijo Luciano dejando la foto sobre la mesa
-le interesa porque esa mujer era María Caraveti, su mujer desaparecido hace seis meses
Lo siguiente pasó tan rápido que no acerté a comprenderlo del todo. Lo primero que ví fue como Antonio sacaba su pistola y disparaba a Luciano matándolo. Los guardias reaccionaron tarde los muy estúpidos, pero después del primer disparo Antonio no pudo hacer un segundo, lo acribillaron a  balazos sin la más mínima piedad, porque si era como creía, acababan de matar a su jefe, y eso se pagaba muy caro. Los guardias de Jonh hicieron una muralla a su alrededor protegiéndolo, mis hombres se quitaron de la linea de fuego todos bien armados y yo, por mi parte , me tiré hacía la mesa agarrando el arma. Todo habría acabado ahí sino fuera porque Antonio no estaba solo y tres hombres que estaban a nuestras espaldas dispararon también, mis hombres eran los que los tenían más a tiro y acabaron con ellos con rapidez solo uno consiguió esquivar las balas usando de escudo a uno de los hombres de Jonh Simmons, aprovechando el hueco entre las defensas del jefe intentó matarlo, no se porque me moví o porque corrí pero el caso es que salté sobre Jonh  evitando que la bala le diera en el pecho y rodando por el suelo esquivando las balas le disparé en la rodilla al otro hombre, era lo único a lo que podía apuntar. Cayó al suelo gritando y uno de los que protegía a Luciano dio el golpe final para matarlo. Todo se quedó en silencio después de eso. Los guardias de Jonh  se pusieron en movimiento rápidamente para ayudar a su jefe mientras que los de Luciano comprobaban si el jefe de la mafia Italiana estaba muerto,y así era. Yo me levanté sacudiéndome el polvo y me acerqué hasta lo que quedaba de Antonio, ya que después de tantos balazos su cuerpo estaba realmente agujereado y todo el suelo estaba cubierto de su sangre. No sentía ninguna pena por él, solo lamentaba no haberlo matado yo al igual que hizo él con mi pequeña hermana hacía dos años, o con la hermana de José, el niño que había visto esta noche, o incluso como lo que le había echo a la mujer de Luciano y a tantas más que no sabían.
-muchaho- dijo Jonh rodeado de nuevo por sus hombres, jamás me imagine que me llamaría muchacho, nadie lo hacía desde que cumplí los dieciséis, ya que a esa edad ya era más gran y con más hombros que cualquiera de más edad, y eso a pesar de que mi alimentación no era muy buen.- ¿ Qué edad tienes?
-veinticinco- respondí, Ángel ya estaba a mi lado poniendo un mano en el hombro en señal de apoyo, había visto en el tiroteo como él me había cubrido mientras yo cogía la pistola
-me has salvado la vida, haciendo algo que ni mis propios hombres habrían echo, siempre tendré una deuda contigo- no le contesté, no necesitaba nada,excepto irme de aquí y no volver a tener que reunirme con los hombres más temibles del planeta en la misma habitación. Al ver que no decía nada él me preguntó- ¿por qué estabas aquí esta noche?
-para salvar mi pellejo, mi negocio y a mi familia,pero sobre todo por venganza
Jonh se puso una mano en la perilla que tenía frotándose la barbilla mientras me miraba.
-llegaras lejos, eres joven, asumes el riesgo de este oficio y pareces tener más cabeza que ese- y señaló con la cabeza al cuerpo inerte de Antonio luego pasó la mirada hacía Luciano pero no mostró ningún sentimiento- una pena que haya muerto, teníamos un trato, pero en fin, las cosas seguirán como antes
Me moría por preguntar a que se debía esta reunión pero sabía que pronunciar mis dudas en voz alta era peligroso.
-sabes muchacho- dijo dirigiéndose de nuevo hacia mi- Italia se ha quedado sin jefe, empezará una guerra por el pode
Yo asentí, era lo primero que había pensado al ver muerto a Luciano.
-algo me dice que un día de estos tú ocuparas el sitio que esta noche a quedado vacio
¿estaba diciendo que yo llegaría ser el jefe de todas las mafias de Italia? Lo dudaba mucho, y no tenía especial interés en ese futuro.
-gracias por  el halago, pero no lo creo, yo no quiero eso
Jonh chasqueó la lengua negando con la cabeza.
-habrá otros como Antonio, y si quieres proteger a ti y a tu familia, como has dicho antes- me recordó- necesitaras estar en la cima, no es seguro, este trabajo nunca lo es, pero todos te temerán y nadie se atreverá a desafiarte.
Esa idea se me coló en la mente como un gusanillo que se va comiendo la superficie de la manzana para entrar en su interior. Pero luego la descarté, yo no sería un jefe de la mafia, no teniendo a mi familia esperándome en casa.
-eso no le sirvió de mucho a Luciano